Por Geovanna Alero y Noran Al Samawi (1ºB)
Este es uno de los dos relatos ganadores del concurso de relatos de terror 2019.

En los años 50, estaba muy de moda comunicarse con tus seres queridos muertos a través de la ouija. La mayoría de la gente no sabía cómo pronunciar las palabras correctamente y convocaban a seres indeseados como elfos, demonios y hadas. Este fue el caso de Alicia, que deseaba convocar al espíritu de su novio, y acabó convocando a un demonio.
Hace mucho tiempo, a finales de los años 50, una chica llamada Alicia sufría una gran depresión amorosa: había perdido al amor de su vida, su novio Erik. Desde que murió, intentaba comunicarse con él a través de la ouija.
Hasta que un día probó a convocar su espíritu por la ouija, pero por la noche, y en el lugar en el que murió: detrás del colegio. A medida que sentía la presencia de un espíritu, le descubrió la profesora, que estaba corrigiendo los exámenes. Su profesora le dijo que eso no era algo normal y, sin ninguna compasión, le rompió el tablero, sin darle la oportunidad De despedirse del espíritu de su novio. Brotaron lágrimas de tristeza y lágrimas de rabia de los ojos de la pobre Alicia. Cuando su profesora se fue, seguía llorando, pero de pronto, la chica sintió cómo alguien le secaba las lágrimas. Alicia estaba impresionada y feliz al mismo tiempo. Erik Le prometió amor eterno y le dijo que cada persona que le hiciese daño se vengaría de él. Alicia pensó que todo lo que esta a diciendo era por enfado. Pero nunca pensó que lo que estaba diciendo era verdad, ni por qué no aparecía delante de ella. Al día siguiente, fue a la casa de la profesora. La encontró muy silenciosa y aprovechó para ponerle veneno a todo. Mientras la profesora caminaba hacia la escuela, sintió un leve mareo, pero se lo tomó como algo normal por el sol. Pasaron varios días, cuando de repente despertó con muchísima fiebre y un dolor de cabeza insoportable. No se dio cuenta de que un espíritu la estaba observando. El espíritu estaba feliz por su cometido. Tanto dolor sentía la profesora que apenas pudo mover un poco las articulaciones. Cuando movió la cabeza, notó cómo una sombra Se movió rápidamente. Pensó que se lo había imaginado, pero eso era más real que hasta cuando era más pequeña. Decidió ignorar aquel hecho e intentó levantarse para coger un vaso de agua. Cuando abrió el frigorífico para coger la botella de agua, toda la comida empezó a derretirse y todas la botellas de bebidas empezaron a secarse. La profesora intentó correr hacia la puerta, pero alguien la empujó. Tenía tanto miedo que no podía ni abrir la boca para gritar. De repente, un ser hecho de fuego apareció. En realidad no era Erik. Todos los “espíritus” que se convocan a través de la ouija son demonios, pero si uno es preciso y pronuncia bien las palabras, puede llegar a convocar lo que quería. Pero ese no era el caso. Alicia era muy joven, no sabía nada de magia, lo que hizo que no supiese pronunciar las palabras. Cuando Alicia convocó a aquel ser, Alicia enamoró al demonio. Por eso no aparecía delante de ella. Tanto terror sentía la profesora, con la enfermedad que le había provocado el veneno, se murió.
Esa misma tarde, “Erik” fue a ver a Alicia. Pasaron una tarde preciosa, hasta que su madre la llamó diciéndole que volviera a casa porque era muy tarde. Alicia se enfadó un poco, y el demonio se dio cuenta de eso. Le acompañó a su casa. Cuando llegó, la madre estaba esperándola fuera. Le dijo a Alicia que entrase, y como el demonio era invisible, empujó a la madre a la carretera, para que le atropellase un coche. Alicia derramaba gotas cristalinas de sus ojos. Nunca había creído que “Erik” haría eso. Bajó directamente a hablar con él. Le preguntó por qué no aparecía delante de ella. Al instante, el demonio apareció delate de ella. Alicia estaba alucinando. Le dijo al demonio que tenía que volver a su mundo y esa misma noche hicieron la ouija. Alicia quería que el demonio volviese a su mundo, pero en cambio él quería permanecer a su lado. Cuando se abrió el portal para que el demonio se fuese, agarró a Alicia de la camiseta y se la llevó consigo. Desde entonces, nadie supo absolutamente nada de Alicia, a la gente sólo se le ocurría que había sido secuestrada.