Por Míriam Jiménez (1ºD)
Este es uno de los relatos ganadores del concurso de relatos de terror 2019.

En un pueblo llamado Castlewood había un castillo donde se celebraba todos los años la famosa y espeluznante fiesta de Halloween, donde todos los habitantes lo decoraban con calabazas, telas de araña, velas, murciélagos, gatos y pinturas sangrientas. La gente después de la última fiesta decía que estaba maldito por lo que sucedió y el castillo cerró sus puertas para siempre.
Todo comenzó durante el día 31 de octubre, mientras que unas chicas muy amigas, de 16 años, llamadas Melissa, Candy, Tara y Nora, estaban encantadas decorando el castillo junto al resto de los habitantes. Candy y Nora cortaban calabazas y Tara y Melissa las dibujaban. Cuando terminaron se fueron a casa de Melissa para preparar sus disfraces para aquella noche. Tara fue de gatita, Candy de bruja, Melissa de vampira y Nora de esqueleto.
Salieron de la casa de Melissa para dirigirse a la fiesta riéndose porque estaban contándose historias de Halloween, pero de repente todas dejaron de reír porque sintieron que las estaban siguiendo, pero no le hicieron mucho caso y siguieron riéndose. Al llegar al castillo, la fiesta había comenzado y entraron, comieron, bailaron y se unieron a un grupo que contaba historias de miedo. Estaban tan entretenidas escuchando las historias de miedo, que no se percataron de que Melissa no estaba. Estuvieron buscándola durante horas y llamaron a sus padres y a la policía, pero no encontraron ningún rastro de ella. Estuvieron investigando mucho tiempo (un año). Ya tenían recorrido y buscado el castillo y sus alrededores y, como veían que no la encontraban, la buscaron por todo el pueblo.
Las chicas ahora más unidas que nunca recordaban aquel día. Estaban en casa de Nora y entonces Candy propuso que salieran a dar un paseo para que se les pudiera olvidar por un momento lo sucedido hacía un año y la noticia que acababan de dar: ¡habían dado a Melissa por perdida! Se pusieron de acuerdo y decidieron ir a pasear por un parque llamado Flores Flowers, un parque donde ya nadie iba porque estaba al lado del castillo, llegaba hasta su puerta. Justo cuando llegaron a la puerta del castillo, se pararon todas a la vez y observaron que había una máscara de su amiga Melissa pegada a la puerta. La cogieron y la miraron bien. Todas se sorprendieron cuando vieron que por detrás de la máscara ponía: ¡Sigue viva!
Sintieron como si alguien estuviera pasando por detrás de ellas y se dieron la vuelta tan rápido como pudieron, pero no vieron a nadie. Pensaban todo el rato en lo que había pasado, pero no le encontraban respuesta. Ya estaban en casa de Candy, que era la casa que más cerca estaba del parque y del castillo. Se habían llevado la máscara y no paraban de darle vueltas para ver si encontraban algo, pero nada. No le pudieron dar más vueltas a la máscara porque a la mañana siguiente empezaban un nuevo curso y tenían que preparar sus bolsos o mochilas. Estaban ya en clase, la noche se les había hecho muy larga a todas. En ese mismo momento les estaban asignando las taquillas, cuando abrieron las suyas, todas se sobresaltaron, cada una encontró una cosa de Melissa en sus taquillas.
Tara encontró su reloj, que se diferenciaba porque tenía los datos de ella en la parte trasera. Nora encontró su anillo y Candy sus pendientes, pero estaban llenos de algo rojo, aunque no creyeron que fuera sangre. Como la policía había dado a Melissa por perdida, las chicas decidieron investigar por su propia mano. Recopilaron todas las pistas que conducían a la esperanza de que todavía estaba viva, pero se estaban dando cuenta de que ellas también corrían peligro. Nora recordó esa trágica noche y entonces se dio cuenta de que esa noche se percataron de que las estaban siguiendo, pero no hicieron caso. Tras dos meses de investigación, con más pistas, pero con amenazas de quien secuestró a Melissa, decidieron ir al castillo, donde vieron a Melissa por última vez.
Una vez allí, recorrieron pasillos y pasillos y escucharon un fuerte estruendo. Había una muchacha, tres años mayor que ellas, pero que aun así ellas conocían del instituto porque había repetido curso. Fueron amigas por mucho tiempo, pero dejaron de juntarse con ella cuando las acusó de haber roto sus deberes, y empezaron a juntarse con Melissa. Se llamaba Elvira, y antes siempre las miraba con cara de odio, y más a Melissa, que le dijo una vez que Elvira se había metido con sus amigas y que si volvía a insultarlas se metería en un lío. En ese momento comprendieron que la que había secuestrado a Melissa y amenazado a ellas era Elvira. Empezaron a correr, Elvira iba detrás de ellas. Nora llamó a la policía mientras corrían. Entonces las chicas, ya cansadas de correr, se apoyaron en una chimenea. La chimenea se resbaló y las chicas cayeron por un pasadizo secreto, donde había gente a los que también habían dado por perdidos en Castlewood. Todos estaban tras unas rejas. La policía llegó rápido, detuvieron a Elvira y sacaron a la gente de allí. Nora, Candy y Tara vieron a Melissa y corrieron a abrazarla. Sabían que ya todo había terminado y todo volvía a la normalidad.
El castillo volvió a abrir sus puertas con sus pasadizos visibles. ¡Además era Halloween! Melissa, Tara, Nora y Candy fueron a la fiesta de Halloween, pero esta vez volvieron a sus casas sanas y salvas.