Publicado en Rincón Creativo

El Amor

Por Selena Barea Jiménez (2ºC)

Ganadora del concurso de relatos de ciencia-ficción 2021.

Hace mucho tiempo, un científico llamado Giorno sintió algo que no había sentido nunca. Era como una punzada en el corazón, pero se sentía bien. Después de pensarlo mucho, Giorno se dio cuenta de que era amor. Pensó, ¿De dónde sale esto?, si todo tiene explicación, esto tiene que tener alguna.

Giorno era un chico reservado, no tenía muchos amigos, cosa que nunca le importó. Simplemente se fijó en sus estudios y en cambiar el mundo, como quiso desde que lo adoptaron en Venecia. Era alto, esbelto y con una figura marcada, la cual le importaba bastante en dejar así. Era rubio de pelo largo y ojos azules, unos ojos profundos y con mucho sentimiento, que te hipnotizan hasta el punto de no saber quién eres. Giorno siempre fue un chico curioso, pero esta vez dejó el tema a un lado porque su carrera era lo más importante, por lo que aunque seguía teniendo esa molestia aunque la ignoraba. Un día decidió preguntarle a un superior sobre lo que le pasaba, y éste le respondió que probablemente estaba enamorado.

-¿Enamorado? – Pensó Giorno al escuchar tal barbaridad.

Él nunca había tenido ese tipo de sentimiento, ni amor, ni admiración. Había tenido una infancia triste y solitaria. Entonces le entró la curiosidad. Empezó a investigar, y entendió que ese sentimiento se incrementaba cuando estaba con su nueva compañera, Trish.

Trish era una joven pequeña y delgada, que estaba de prácticas en el laboratorio. Era muy inteligente y estaba luchando por sus sueños, por lo que era muy dura de corazón. Tenía el pelo teñido de rosa y llevaba un peinado un tanto peculiar, una especie de moño con una capa de pelo rizado suelto. Tenía unos ojos verdes muy grandes, en los que a Giorno le encantaba verse reflejado. Era como si absorbieran su esencia.

Giorno decidió no malgastar más el tiempo y descubrir qué clase de reacción le generaba esos sentimientos, probablemente no correspondidos. Mediante unos estudios de psiquiatría descubrió que la primera fase del amor es pura química; una sustancia del cerebro llamada feniletilamina, la cual obligaba al cerebro a segregar dopamina, la cual produce un estado de euforia natural al estar con dicha persona.

Giorno empezó a experimentar frecuentes pensamientos en Trish y a tenerla como centro de atención siempre que trabajaban juntos.

Giorno empezó a observar más detenidamente todo, sus gestos, movimientos, expresiones, tonos de voz, etc. y al observar el frecuente temblor en las manos de ella, sus miradas vergonzosas y otros múltiples signos de “enamoramiento” como por ejemplo: empezó a tener más confianza con él, y aumentó considerablemente el contacto físico entre los dos, ya que antes ni se tocaban.

Un día, Giorno decidió hacer algo que nunca habría hecho en ninguna otra ocasión. De repente, se acercó a Trish, le agarró de la mano y le confesó lo que su cerebro le estaba generando. Le contó que sentía unos niveles de euforia en esos momentos anormales, que nunca había sentido nada así y creía que aquello era real, por lo que le hizo una última pregunta “¿Crees que tu cerebro también te está segregando dopamina?” Ella le miró directamente a los ojos, unos ojos que al verlos de tan cerca le produjeron a Giorno una sensación de tranquilidad que no había sentido nunca, y se sentía en el cielo hasta que Trish le dijo:

-Puede ser, que mi cerebro me esté segregando dopamina… – Y simplemente, se miraron a los ojos otra vez, y sintieron el amor de verdad.

Y hasta aquí llega la historia de estas dos almas luchadoras, buscando su sueño hasta que se encontraron…

Autor:

Revista cultural del IES Mercedes Labrador

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