Publicado en Rincón Creativo

Entre Mundos Windysnales

Por Marta Lucía Benítez Gómez (2ºF)

Finalista del concurso de relatos de ciencia-ficción 2021.

CAPÍTULO 1

La alarma de mi reloj lleva un rato sonando, no quiero levantarme de la cama, la cual es improvisada. Anoche llegue muy tarde, me he vuelto a mudar, y según mi padre esta es la última, pero siempre dice lo mismo. Mi padre es científico, aunque no me preguntes qué hace, porque no sabría explicarte, solo sé que tiene que estar de un sitio a otro cada mes y no duramos ni tres meses en una misma ciudad.

Ahh, por si no lo sabías me llamo Windy Rojas, tengo catorce años, soy americana por parte de madre y española por parte de padre. Cuando mi madre murió yo tenía ocho años, ahí fue cuando mi padre y yo nos vinimos a vivir a España. Mi infancia la pase en Washington en la casa de mis abuelos prácticamente, mi padre y mi madre trabajaban juntos, y estábamos ahorrando para hacernos una casa fuera de la capital, pero cuando mi madre tuvo el accidente…

Yo solo sé que hoy tengo que empezar el instituto, tengo sueño y no conozco a nadie ni voy a conocerla, no me preguntes por qué, pero no soy de amigos, también contara que no duro ni un mes en un instituto, pero…

-Windy, ¿qué haces? – la sonrisa de mi padre está claramente señalada, me ha escuchado hablar sola.

-Ehh… yo… – intento decir, pero no me sale las palabras de la vergüenza que estoy pasando, mi padre creerá que estoy loca o algo así.

-¿Estabas hablando sola?

-Ehh, bueno supongo que sí – digo mirando hacia abajo.

-Jajaja, tu madre también lo hacía.

-¿El qué?

-Lo de hablar sola, bueno yo solo venia para decirte que te prepares, que vas a llegar tarde, y quiero que empieces este curso bien.

-Vale, ya voy.

-Ahh, por cierto

-Dime.

-Eres muy rarita. – dice mi padre a la vez que me guiña un ojo solo para picarme

Me visto rápido, levanto el colchón del suelo y doblo las toallas de playa con las cuales me he tapado. Por no tener no tengo ni sábanas, me doy la vuelta y me miro en la pantalla del móvil, dándome cuenta qué ni me he peinado en condiciones, porque es lógico que peinarse con las manos, no es peinarse, siempre me lo decía mi madre, se podía pasar quince minutos perfectamente persiguiéndome por la casa hasta poder llegar a sentarme y que me quedase quieta, de lo poco que me gustaba peinarme, ella siempre sabia convencerme. No se lo he dicho a nadie… pero la echo muchísimo de menos. Soy una persona a la que le cuesta expresar sus sentimientos, mi abuela dice que es porque estoy en la adolescencia, pero, yo creo que siempre he sido así y lo voy a seguir siendo. Cuando me quiero dar cuenta no he comido nada del plato y tengo la pierna que se mueve a la velocidad de la luz, estoy nerviosa, pero no sé de qué, siempre es la misma historia: Llegar, sentarme, presentarme, mirar a la clase, que ellos me miren (mal), estar en el recreo sola, y al mes irme a otro sitio, pero no sé ¿y si este es diferente? ¿y si hago amigos?… jajajaja no creo. No voy a intentar convencerme, pero no quiero quitarme la ilusión, la verdad.

-Venga que son menos cuarto y a en punto empiezas.

-Voy ¿Qué cojo para comer?

-No sé, coge una manzana o algo así.

Mi padre ha sido siempre como un amigo, pero hay cosas que no le puedo contar, por muy amigo que sea y confianza que tenga con él, no deja de ser mi padre, y créeme, pedirle a tu padre que te compre compresas no es la mejor opción, lo digo por experiencia propia, una vez me trajo pañales…Nada más escucharme se me escapa una risa.

-¿Qué pasa? – dice mi padre.

-No… nada – digo yo aguantándome la carcajada.

Mi padre lleva puesto un chándal, y le queda un poco mal, espero que no se baje del coche así …

-Ehh…, esto…, oye, tú me dejas en la entrada y yo ya entro sola…

-No, entro contigo, quiero a saludar al director, es un antiguo amigo mío, ¿sabes?

-¿¡Cómo que baja!? ¿¡Cómo que va a entrar conmigo!? ¡Qué vergüenza!

-Ah, vale, como digas. – la madre que … Ahora se va a creer todo el mundo que “Tengo que entrar con papaíto al colegio” ¡uffff!

Nada más llegar veo a mi izquierda un instituto grandísimo, de color amarillo con detalles en azules, hay numerosos grupos en la entrada, al parecer la gente ya tienen amigos (igualitos/as que yo). Mi padre aparca en el parking del instituto. Pero nada más aparcar viene el guardia de seguridad del parking hacia nosotros, yo me quedo pegada en la puerta nada más salir con la mochila colgando de un hombro.

-Buenos días, señor, siento decírselo, pero aquí usted no puede aparcar, es solo para profesores. – genial no acabo de llegar y ya nos están regañando.

-Ahh, lo siento, pero es que solo es un momento, vengo a dejar a mi hija y a hablar un momento que Paco, el director.

-Ahh, que viene usted a hablar con el señor Paco, pues si es así no me importará que esté el coche un momento aquí, pero dentro de media hora quiero el aparcamiento vacío.

-Muchas gracias… Mmm

-Pedro, me llamo Pedro, encantado – si al final se van a hacer amigos y todo…

-Igualmente, Juan, buen día. – dice presentándose. Nada más entrar al despacho, me da un subidón de agobio al ver todo tan ordenadísimo, no se tampoco si lo he comentado, pero soy una persona muy desordenada y ver a gente que parece tan perfecta me altera.

-¡¡Buenos días, Pacorrito!! – como he dicho mi padre me cae muy bien, pero a veces es tan… Tan de barrio…

-¡¡Hombre, pero a quien tenemos aquí!!- Él se levanta, y se dan un abrazo, un abrazo como si hace años que no hubieran tenido uno. Se muestran los dos con grandes sonrisas, al verlos así los dos no puedo controlar no sonreír. Mi padre ha estado mucho tiempo sin tener contacto con sus amigos de la infancia.

Después de estar un rato hablando, mi padre se da cuenta de que estoy aquí.

-Ahh, ella es Windy, mi hija

-Encantado Windy, me alegro que estés aquí, todo va a ir bien ya verás.

-Bueno eso espero.

-¡Claro que sí! – lo único que me salía era sonreír, pero yo sé bien que no creo que encaje.

Cuando ellos se despiden no falta nada más cinco minutos para que empiece mi primera clase.

-Bueno tú ya sabes dónde tienes que ir. ¿O quieres que te acompañe? – dice mi padre con una risa maléfica en plan broma.

-Mmmm…. NO. – mi padre me pide un abrazo, y yo se lo doy, pero con un poco de vergüenza, no quiero que me vean dárselo ni que me vean con él vestido así.

Cuando mi padre se va, camino hasta mi clase de matemáticas ¿Mates a las ocho y media de la mañana? Si así es. Tengo nervios y un poco de miedo, pero y si hoy hago amigos o si no… me tendré que esforzar un poco más…, pero de momento aparto mis preocupaciones a un lado y me paro a ver lo que ahora estoy viendo.

-¡Eh! ¡Vosotros! – estoy frente a un grupito de tres niños que por poco no le revientan el ojo a uno de ellos, la protección de apartarlos de él es tan fuerte… la adrenalina que no puedo contener me hace caminar hacia delante y volverles a gritar más fuerte aún que la primera vez

-¡Que os estoy hablando a vosotros, caras mierdas! ¡Apartaros de él! No solo siento rabia, furia, e incluso un poco de superioridad, también siento miedo de poder recordar lo mal que lo pasábamos Mia y yo, en aquel tiempo de infancia.

-¡Mírala! ¿¡Que nos vas a hacer!? – me abalanzo contara ellos y aparto al chico de las manos del otro antes de que pudiera hacer algo de lo que nos arrepintiéramos todos.

-Pablo vamos… – le avisa el otro niño.

-Es mejor que te largues, si no quieres que te parta la cara de rábano que tienes… – digo yo sin pudor ninguno. Por la derecha del pasillo ser abre la puerta principal con varios grupos de niños y niñas junto a profesores. Nada más ver las caras de los profesores salen corriendo.

-¿Estás bien? – pregunto observando su ojo ya de color morado.

-Sí, supongo. Me podrían haber hecho cosas peores – dice el chico asumiendo el problema.

-Bueno… no te preocupes. Windy – digo alzando la mano hacia el suelo para poder ayudarlo a levantarlo y presentándome a la vez.

-Yo soy Raúl, gracias por ayudarme. – el chico parecía un poco afeminado, gay o simplemente un poco…

-Sí, soy gay o mariquita como quieras llamarme.

-No, si no estaba pensando eso, lo siento si ha parecido…

-No te preocupes estoy acostumbrado y no me estoy defendiendo ni nada estoy orgulloso de serlo, pero a veces en la vida toca pasarlo mal…

-¿Esos niñatos se estaban riendo de ti por el simple hecho de ser gay? – sé que es por eso, pero necesitaba preguntarle a él.

-Sí.

-¿Sabes que puedes pedir ayuda, no?

-Lo sé, pero no sirve de nada cuando tus padres tampoco te apoyan en tu lucha. – me siento tan triste por él, pero algo me dice que es feliz y algo también me dice que me cae bien.

-¿En qué clase estas?

-En el 3ºE. – Contesto

-¡Igual que yo!

-Qué bien, ya me veía sola para toda la vida!

-Jajaja, no te preocupes yo me veía igual – mantenemos conversación dejando el problema de lado.

Después de empezar la clase juntos y estar en el recreo hablando, me ha parecido buen chico y me cae súper bien. Hemos hablado muchísimo, de él y de mí. El nació en Andalucía exactamente en Málaga, dice que la capital es preciosa, yo nada más que fui un día por el trabajo de mi padre. Madrid me gusta, pero me gusta mucho más los pueblos, he vivido en todos sitios, estuve en Sevilla, Cádiz, Valencia, Murcia, Galicia, Castilla… Lo único que quiero es estabilidad y poder ser feliz en un sitio FIJO, sobre todo eso. Dice que sus padres se separaron y que su padre está viviendo en Ronda. Le gusta la moda muchísimo y nada más hay que verlo, viste súper bien y además tiene los ojos claros y es rubio, vamos el chico del sueño… pero, en fin. Dice que lo ha pasado muy mal con su homosexualidad y su padre no le apoya en nada, por eso vive con su madre.

CAPÍTULO 2

-¡Venga vamos! Eres una lenta – anuncia mi padre después de abrir la puerta de la calle para llevarme a clases.

-¡Voy!

Nada más subir al coche noto algo molesto en el sillón del copiloto.

-¿Esto qué es? – digo en voz alta, aunque mi padre todavía no había subido al coche, ya que estaba asegurándose que la puerta de la calle y la alarma hicieran su función.

Al coger el objeto me di cuenta de que era un libro viejo, pero que el título se podía leer perfectamente. “Hechizos para el mundo”. No sé si reírme, o preocuparme de porque mi padre tiene este libro en el coche.

Ya que mi padre tardaba más de lo normal, decido abrirlo y ver que hay en su interior. Nada más abrirlo puedo observar algunas páginas en blancas y otras con recortes de recetas, con hiervas y ramas pegadas en el mismo papel, al darme cuenta de todo lo que estaba viendo me arrepiento de abrirlo y siento miedo, lo cual me hace que cierre el libro o el diario que poseo en mis manos. Al cerrarlo observo como el cierre que tiene se auto cierra, y ahí es cuando se me cae de las manos cayendo en el suelo del asiento del copiloto. Al ver que mi padre sale de la casa recojo el libro de mis pies y lo meto en la guantera.

El viaje a el instituto trascurre en silencio e incómodo, cuando llegamos a la entrada le doy un beso en la mejilla y salgo pitando del coche con la mochila colgando de un hombro, en la entrada me espera Raúl con su bolso de Gucci que presume de habérselo comprado el mismo con sus ahorros, lleva puesto un peto vaquero, una camisa blanca debajo de este y unas botas de color magenta militares.

-No he dormido nada hoy- dice el retocándose el maquillaje con el pinta labios que tenía en la mano.

Al guardar su neceser de maquillaje en el bolso, puedo ver como tiene otro libro igual que el que he visto esta mañana en asiento del coche de mi padre. Algo me da miedo y tengo tantas preguntas en mi cabeza que tengo ganas de soltárselas todas de golpe. Después de entrar a clase de física y química y estar empanada mirando al techo y replanteándome mi vida entera. Empiezo a acordarme de que tengo que pagar la mensualidad de la taquilla, ya que no es gratis, como en otros institutos en los que he estado. El timbre suena, y yo doy un fuerte brinco en la silla. El profesor manda deberes y me levanto para irme.

-¿Tía, qué te pasa? –

-No, nada, que estoy que no estoy. – digo cogiendo mi mochila del suelo. – Oye, vamos a mi taquilla un momento por fi, que tengo que coger los libros, en el bolso no me cabe nada.

-Vale – digo yo sin alejar la vista del bolso.

Cuando llegamos a su taquilla quería esperar ver una escoba o una biblioteca de libros para magia negra, pero lo único que encuentro es una taquilla llena de libros y un montón de ropa de repuesto y maquillaje.

Al terminar las clases no hizo falta que hablara con mi padre para que me recogiera, ya que me voy con Raúl a casa, decido preguntarle por el libro que tiene en el bolso, aparte de ser desordenada, introvertida y un poco borde soy muy cotilla, me di cuenta porque me podía quedar con mi abuela por parte de padre como tres horas viendo Sálvame Deluxe, tiradas en el sofá y comiendo pipas. Aunque pensándolo mejor no le voy a preguntar nada.

Al salir del instituto hacía mucho calor, estamos en septiembre y es normal.

Al llegar a casa la puerta está cerrada con llave, me extraña que mi padre no tenga la puerta echada, así que decido buscar la llave en la mochila, aunque de normal pego a la puerta. Al entrar esta todo oscuro menos una habitación la de trabajo, normalmente él se va al laboratorio a trabajar, pero cuando tiene que investigar se queda en ese cuarto, este se ve iluminado y que por los filos de la puerta se ve que la luz está encendida, aunque me doy cuenta de que no está del todo abierta, está entre cerrada ya que esto está siendo muy raro miro un poco por la rajita que te deja ver el cuarto. En eso que veo que mi padre está hablando por teléfono con alguien al que llama doctor.

-Sí, doctor, no ha funcionado esta, tendremos que pasar a la siguiente, ahh por cierto la brujería no sirve, lo único que podrá cambiar el mundo será la ciencia, que usted lo sepa.

¿Cómo que cambiar el mundo? ¿Cómo que brujería? ¿Cómo que Doctor? ¿Cómo que tendremos que pasar a la siguiente? No entiendo nada, lo único que sé que tengo curiosidad de que le pasa a mi padre y que pasa con ese libro que se lo he visto a dos personas de mi círculo cercano. Al tiempo que corta la llamada yo me aproximo a abrir la puerta.

-Hola, ya he llegado, papá. – digo intentado disimular.

-Hola cariño, no me ha dado tiempo preparar la comida, si quieres pedimos chino o pizza.

-Vale como tú quieras.

Mientras comemos chino estamos viendo Brave, mi peli favorita de chica, como hoy no tengo que estudiar me quede en el sofá con maratones de pelis mientras mi padre salió a correr. Se me paso la tarde volando, me duché y me fui a la cama.

Al despertarme me dolía un poco la barriga, sería de ayer que estuve toda la tarde comiendo y tirada en el sofá. Veo que es temprano todavía así que decido salir al balcón y disfrutar un poco del aire fresco de la mañana, mi cuarto da hacia la entrada de la casa, es decir que el coche que estaba viendo en ese momento estaba enfrente de la puerta de mi casa, es negro y tiene los cristales tintados, por un momento pienso que estoy alucinando pero estoy viendo como mi padre sale de ese coche con un traje formal y no con el pijama puesto como esperaba verlo en la cocina, entro al cuarto antes de que me vean y me lavo la cara y visto para bajar a desayunar o al menos tomarme un Cola Cao porque con todo esta paranoia se me ha cerrado un poco el estómago, cuando bajo esta mi padre en el sofá tumbado viendo algo en la tele y yo voy directamente a la cocina sin ni siquiera decirle nada.

-Buenos días

-Hola – digo bostezando falsamente.

-Creo que voy a desayunar algo ligero me duele un poco la barriga, ahh una cosa se me olvido ayer decírtelo, ¿Puede venir Raúl a casa a merendar? Es que tenemos que hacer un trabajo para sociales y lo queremos hacer rápido para quitárnoslo de en medio.

-Sí, claro y de paso lo conozco.

-Vale.

Después de tres horas dando clase salimos yo y Raúl al recreo, normalmente nos sentamos en una esquina y hablamos, cotilleamos y criticamos a lo bajini a la gente que pasa, su ropa o su personalidad, la verdad que me encanta estar con Raúl, además está loco perdido y me encanta estar riéndome sin parar por cualquier bobería que haga.

Al terminar el instituto caminamos juntos hasta mi casa, por el camino estuvimos hablando de la nueva colección de Zara, Bershka, Stradivarius y Mango, dice que otro día me va a hacer un cambio de estilo y me va a maquillar…

-Pero si me maquillas me maquillas bien… – digo de broma sabiendo que le va a ofender.

-¿Perdona? ¿Pero tú has visto estas manos? – dice poniéndomelas en la cara mientras caminamos -Hacen magia, guapa, y te voy a dejar que ni la Jennifer Lopez.

JAJJAJA – rio al ver que camina como si estuviera en una pasarela de Hollywood. Cuando llegamos a casa está la puerta abierta.

-¿Papá?

Aparece por el lateral de la casa con bolsas del Mercadona en la mano.

-¿Te ayudamos? – digo yo.

-No, no te preocupes, estas son las ultimas.

-¿Qué tal el instituto? – dice dejando las últimas bolsas de comida en la encimera.

-Bien, este es Raúl.

Cuando a mi padre mira a la cara a Raúl, se queda como confuso. – ¿Os conocéis? – Pregunto deseando que se resuelva toda la confusión que tengo en la cabeza.

Vuelvo a mirarlos, a los dos.

-No – Dice mi padre.

-Sí- Dice Raúl a la vez que habla mi padre.

-¿Sí o no, en qué quedamos? – Digo

-Señor Juan, creo que debemos contárselo – dice con cara de creer estar metiendo la pata.

Sí, ya sí – dice firme.

CAPÍTULO 3

Me veo sentada en el sofá y en el sofá de enfrente mi padre y Raúl.

-A ver cómo empiezo esto – dice mi padre.

-Sabes que en el mundo hay tanto odio y daño, guerras, violencia, tanta locura, tan poca empatía. Pues un señor descubrió que gracias a la ciencia puede hacer de la tierra un mundo mejor, hace pócimas, vacunas… para aquellas personas que el gobierno tiende a marcar como personas realmente peligrosas, que han estado x tiempo en la cárcel o que sean muy violentas o incluso tengan enfermedades raras y peligrosas, se cogen a estas personas y se le somete a un tratamiento psicológico para ver su nivel de violencia, su felicidad y su bondad. Muchas veces estas personas se vuelven malas por la conducta de la sociedad, la poca felicidad que ha tenido en su casa o por culpa de sus pilares familiares, nosotros nos encargamos que se hagan personas que dejen la maldad atrás y empiezan una nueva vida en otro sitio, gracias a psicólogos y mediante la ciencia. Raúl y yo formamos parte de organización, yo soy jefe de laboratorio y Raúl esta en prácticas.

Estoy un poco confundida, me ha metido tanta información de golpe que no me salen las preguntas que tengo en la cabeza ahora mismo, pero consigo formular la gran pregunta que tengo rondando estos días en mi cabeza.

-Pero… ¿y el libro ese de brujería que teníais los dos? – digo casi tartamudeando

-El jefe tiene un hijo, este es subdirector y los días que ha estado enfermo el padre ha estado al mando de la organización, cada mes nos fijamos en un nuevo record por ejemplo: Este mes es el de la violencia, y a estas personas se le hacen lo que ya te he contado antes, como trabajamos con el gobierno, ellos nos mandan a pacientes con los comportamientos que tocan cada mes lo llamamos “fase”, y las personas que no pasen y no evolucionen mediante nuestro tratamiento pues se lo volvemos a enviar al gobierno y ellos se ocuparan del paciente. Si ese mes no han evolucionado muchos pacientes se suele cancelar la fase, y la semana pasada al hijo del doctor se le ocurrió la maravillosa idea de crear y repartirnos a los trabajadores un manual de brujería, pero al ver la fallida prueba de esa técnica los pacientes no están en su mejor momento, por eso…

-¿Por eso te escuche hablar con el doctor y bajarte de un coche negro? – Digo interrumpiéndolo.

-¿Me viste?

-Sí

-Bueno, sigo… – dice mi padre maldiciéndose por dentro.

-El caso que por eso estaba de aquí para allá intentando solucionar todo el caos que estuvo formando este individuo, da te cuenta que paro toda la maquinaria de medicamentos, todos los tratamientos los anulo, y empezó a trabajar con ouijas… En conclusión, por ahora la ciencia es lo único que puede solucionar estos problemas, no la brujería, por eso seguramente nos vieras a Raúl y a mí con esos libros, pero por ahora la organización solo trabaja con ciencia y medicina.

Me he quedado medio atontada y no tengo ni idea que decir.

-¿Y por qué no me lo habéis contado antes?

-No sé tu padre, pero la organización nos hace jurar que no contemos nada a nuestras familias ni amigo y además yo no sabía que tú eras hija de uno de mis jefes, a parte si contamos algo o a esa persona pasa a formar parte de esta o… – dice Raúl.

-¿O qué? ¿La matan? –exclamo sabiendo que soy una persona que lo sabe ahora.

-¡Noo! Simplemente se les borra la memoria y empezaría otra vida en otro sitio sin ningún recuerdo del pasado – dice mi padre.

-¡Pero yo no quiero que me manden a ningún sitio, ni que me borren la memoria! digo con un nudo en la garganta a punto de llorar.

-Windy, relájate, que ni te vamos a matar ni a mandar a otro sitio sin recuerdos… Dice mi padre.

-¡¿Entonces?! – digo interrumpiéndolo.

-Entonces te ofrecemos formar parte de la organización, para ayudarnos a poder hacer de este mundo un lugar mejor y ayudando a gente a poder reconstruir sus vidas y volver a ser felices.

-¿Te sumas?

-Mmm… sí, no tengo otra.

Años después de esta conversación he estado ayudando a tantas personas, observando como psicólogos ayudaban a estas personas, como trabajaba la ciencia o como había un submundo fuera de la mala sociedad, aunque esto no era un submundo…

Esto es el progreso de la humanidad.

Hasta nunca y recordad, no hay cosa más bonita que hacer el bien y tened cuidado que la ciencia es un arma de doble filo.

Continuará…

Autor:

Revista cultural del IES Mercedes Labrador

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