Publicado en Rincón Creativo

Pelusas

Por Joana Zárate (3ºA)

La adolescencia es una etapa en la que vivimos con mucha intensidad y en la que aprendemos a sobrevivir. Cada persona la pasa a su manera, pero la mayoría vivimos y pasamos por situaciones parecidas. Tenemos más inseguridades, más problemas en casa, las hormonas, los estudios, hacemos muchas locuras.

Muchos nos hacemos pasar por personas que no somos para agradar a los demás, para encajar en los grupos, para no ser considerados «raros». Tenemos miedo a ser juzgados. Nos hacemos los fuertes delante de los demás cuando en realidad por dentro estamos destrozados.

Las redes sociales son otro gran problema. Estamos constantemente comparándonos, diciéndonos: «¿Por qué no soy como esa persona?», «¡Yo quiero ser así!». Y esto se traduce en comportamientos que nos hacen daño física y mentalmente, como dejar de comer para vernos más flacos y autolesionarnos para castigarnos. Nos esforzamos tanto en el qué dirán que nos olvidamos de nosotros mismos, de lo que queremos, lo que nos divierte, lo que nos hace sentir bien y únicos.

A veces, me he sentido como una pelusa. Una de esas que barres para luego darte cuenta de que sigue ahí. Una de esas que parece que no tiene ningún propósito aparte de molestar y que no aporta nada, que realmente ni suma ni resta. Pero no somos pelusas. Somos personas, y todos tenemos valor aunque tengamos malos momentos.

Lo mejor que puedes hacer es no darle tantas vueltas y empezar a encontrarte, intentar no tener pensamientos negativos hacia ti, ya que la única persona que va a estar contigo siempre vas a ser tú y nadie más. Y recuerda que nada dura para siempre, ni lo bueno ni lo malo.

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El Amor

Por Selena Barea Jiménez (2ºC)

Ganadora del concurso de relatos de ciencia-ficción 2021.

Hace mucho tiempo, un científico llamado Giorno sintió algo que no había sentido nunca. Era como una punzada en el corazón, pero se sentía bien. Después de pensarlo mucho, Giorno se dio cuenta de que era amor. Pensó, ¿De dónde sale esto?, si todo tiene explicación, esto tiene que tener alguna.

Giorno era un chico reservado, no tenía muchos amigos, cosa que nunca le importó. Simplemente se fijó en sus estudios y en cambiar el mundo, como quiso desde que lo adoptaron en Venecia. Era alto, esbelto y con una figura marcada, la cual le importaba bastante en dejar así. Era rubio de pelo largo y ojos azules, unos ojos profundos y con mucho sentimiento, que te hipnotizan hasta el punto de no saber quién eres. Giorno siempre fue un chico curioso, pero esta vez dejó el tema a un lado porque su carrera era lo más importante, por lo que aunque seguía teniendo esa molestia aunque la ignoraba. Un día decidió preguntarle a un superior sobre lo que le pasaba, y éste le respondió que probablemente estaba enamorado.

-¿Enamorado? – Pensó Giorno al escuchar tal barbaridad.

Él nunca había tenido ese tipo de sentimiento, ni amor, ni admiración. Había tenido una infancia triste y solitaria. Entonces le entró la curiosidad. Empezó a investigar, y entendió que ese sentimiento se incrementaba cuando estaba con su nueva compañera, Trish.

Trish era una joven pequeña y delgada, que estaba de prácticas en el laboratorio. Era muy inteligente y estaba luchando por sus sueños, por lo que era muy dura de corazón. Tenía el pelo teñido de rosa y llevaba un peinado un tanto peculiar, una especie de moño con una capa de pelo rizado suelto. Tenía unos ojos verdes muy grandes, en los que a Giorno le encantaba verse reflejado. Era como si absorbieran su esencia.

Giorno decidió no malgastar más el tiempo y descubrir qué clase de reacción le generaba esos sentimientos, probablemente no correspondidos. Mediante unos estudios de psiquiatría descubrió que la primera fase del amor es pura química; una sustancia del cerebro llamada feniletilamina, la cual obligaba al cerebro a segregar dopamina, la cual produce un estado de euforia natural al estar con dicha persona.

Giorno empezó a experimentar frecuentes pensamientos en Trish y a tenerla como centro de atención siempre que trabajaban juntos.

Giorno empezó a observar más detenidamente todo, sus gestos, movimientos, expresiones, tonos de voz, etc. y al observar el frecuente temblor en las manos de ella, sus miradas vergonzosas y otros múltiples signos de “enamoramiento” como por ejemplo: empezó a tener más confianza con él, y aumentó considerablemente el contacto físico entre los dos, ya que antes ni se tocaban.

Un día, Giorno decidió hacer algo que nunca habría hecho en ninguna otra ocasión. De repente, se acercó a Trish, le agarró de la mano y le confesó lo que su cerebro le estaba generando. Le contó que sentía unos niveles de euforia en esos momentos anormales, que nunca había sentido nada así y creía que aquello era real, por lo que le hizo una última pregunta “¿Crees que tu cerebro también te está segregando dopamina?” Ella le miró directamente a los ojos, unos ojos que al verlos de tan cerca le produjeron a Giorno una sensación de tranquilidad que no había sentido nunca, y se sentía en el cielo hasta que Trish le dijo:

-Puede ser, que mi cerebro me esté segregando dopamina… – Y simplemente, se miraron a los ojos otra vez, y sintieron el amor de verdad.

Y hasta aquí llega la historia de estas dos almas luchadoras, buscando su sueño hasta que se encontraron…

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Entre Mundos Windysnales

Por Marta Lucía Benítez Gómez (2ºF)

Finalista del concurso de relatos de ciencia-ficción 2021.

CAPÍTULO 1

La alarma de mi reloj lleva un rato sonando, no quiero levantarme de la cama, la cual es improvisada. Anoche llegue muy tarde, me he vuelto a mudar, y según mi padre esta es la última, pero siempre dice lo mismo. Mi padre es científico, aunque no me preguntes qué hace, porque no sabría explicarte, solo sé que tiene que estar de un sitio a otro cada mes y no duramos ni tres meses en una misma ciudad.

Ahh, por si no lo sabías me llamo Windy Rojas, tengo catorce años, soy americana por parte de madre y española por parte de padre. Cuando mi madre murió yo tenía ocho años, ahí fue cuando mi padre y yo nos vinimos a vivir a España. Mi infancia la pase en Washington en la casa de mis abuelos prácticamente, mi padre y mi madre trabajaban juntos, y estábamos ahorrando para hacernos una casa fuera de la capital, pero cuando mi madre tuvo el accidente…

Yo solo sé que hoy tengo que empezar el instituto, tengo sueño y no conozco a nadie ni voy a conocerla, no me preguntes por qué, pero no soy de amigos, también contara que no duro ni un mes en un instituto, pero…

-Windy, ¿qué haces? – la sonrisa de mi padre está claramente señalada, me ha escuchado hablar sola.

-Ehh… yo… – intento decir, pero no me sale las palabras de la vergüenza que estoy pasando, mi padre creerá que estoy loca o algo así.

-¿Estabas hablando sola?

-Ehh, bueno supongo que sí – digo mirando hacia abajo.

-Jajaja, tu madre también lo hacía.

-¿El qué?

-Lo de hablar sola, bueno yo solo venia para decirte que te prepares, que vas a llegar tarde, y quiero que empieces este curso bien.

-Vale, ya voy.

-Ahh, por cierto

-Dime.

-Eres muy rarita. – dice mi padre a la vez que me guiña un ojo solo para picarme

Me visto rápido, levanto el colchón del suelo y doblo las toallas de playa con las cuales me he tapado. Por no tener no tengo ni sábanas, me doy la vuelta y me miro en la pantalla del móvil, dándome cuenta qué ni me he peinado en condiciones, porque es lógico que peinarse con las manos, no es peinarse, siempre me lo decía mi madre, se podía pasar quince minutos perfectamente persiguiéndome por la casa hasta poder llegar a sentarme y que me quedase quieta, de lo poco que me gustaba peinarme, ella siempre sabia convencerme. No se lo he dicho a nadie… pero la echo muchísimo de menos. Soy una persona a la que le cuesta expresar sus sentimientos, mi abuela dice que es porque estoy en la adolescencia, pero, yo creo que siempre he sido así y lo voy a seguir siendo. Cuando me quiero dar cuenta no he comido nada del plato y tengo la pierna que se mueve a la velocidad de la luz, estoy nerviosa, pero no sé de qué, siempre es la misma historia: Llegar, sentarme, presentarme, mirar a la clase, que ellos me miren (mal), estar en el recreo sola, y al mes irme a otro sitio, pero no sé ¿y si este es diferente? ¿y si hago amigos?… jajajaja no creo. No voy a intentar convencerme, pero no quiero quitarme la ilusión, la verdad.

-Venga que son menos cuarto y a en punto empiezas.

-Voy ¿Qué cojo para comer?

-No sé, coge una manzana o algo así.

Mi padre ha sido siempre como un amigo, pero hay cosas que no le puedo contar, por muy amigo que sea y confianza que tenga con él, no deja de ser mi padre, y créeme, pedirle a tu padre que te compre compresas no es la mejor opción, lo digo por experiencia propia, una vez me trajo pañales…Nada más escucharme se me escapa una risa.

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Desconectados

Por Iván Marcos Caballero (2ºD)

Finalista del concurso de relatos de ciencia ficción 2021.

Puso una pared entre sus enemigos y él. Empezó a curarse con un botiquín. Cuando vió que se le acercaban comenzó a subir un edificio con la intención de escapar de sus oponentes. Al descubrir que el trío enemigo estaba encerrado en un cubo, aprovechó para colocar una trampa. Cuando la trampa se activó, los enemigos se desvanecieron.

-¡Sííííííííí! – exclamó Navi- por fin ganamos, Pablo.

-Nos ha costado un montón, tío.- dijo Pablo desde el otro lado del auricular.

Navi y Pablo llevaban 4 horas intentando ganar una partida en uno de sus videojuegos favoritos. Navi acababa de comprarse un ordenador para jugadores profesionales y lo estaba estrenando con una victoria en Fornite.

-Bueno Pablo, ¿quieres que vaya a tu casa e intentemos ganar una partida del Fall Guys?

-Sí por favor, aún no he ganado ninguna desde que salió a la venta.

-Pues entonces voy para allá. Cambio y corto.

-Jajaja.

Navi colgó la llamada y se fue al garaje a por su bicicleta. Se subió en la bici y se encaminó a casa de Pablo. Salió de la urbanización y al girar la esquina descubrió que al otro lado de la calle estaba Martina, la chica que le gustaba. Se quedó tan embobado que no vio la farola a la que se acercaba peligrosamente… y se chocó.

Cuando abrió los ojos se levantó de un salto y trató de recordar lo que había sucedido, se había quedado inconsciente tras estrellarse con aquella farola. Se volvió a subir a la bicicleta y reemprendió la marcha.

Al llegar a casa de su amigo, este ya le esperaba en el portón. Subieron a merendar algo, y luego Pablo dijo: – ¡Vamos a jugar a la pelota!

-¿A la pelota? – replicó Navi extrañado- Creía que íbamos a jugar al Fall Guys.

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Poema del coronavirus

Por Carmen Anaya

Llegó el año 2020 con gran plenitud 
Pero el mundo fue sorprendido por un virus de gran magnitud

Todos estaban tan confiados sin poderse imaginar 
Que en un momento inesperado nos podía lamentar 

Avisaron a la gente de lo que podría pasar 
Pero la gente se reía y se creía inmortal 

Hasta hoy en día hay gente que no capta las restricciones
Es por eso porque se escuchan aplausos y lamentaciones 

Muchos agradecimientos al personal sanitario
Es un trabajo muy duro lo que están realizando  

Es digno de admirar su trabajo cada día 
Aun con tanto riesgo ayudan a la gente a salvar vidas 

Esto ha sido una tragedia que se queda en nuestras vidas marcadas
Gente muriendo y enferma en el hospital atrapada
 
Este virus tan maligno no se ha visto en la historia 
Pero estos recuerdos de dolor se quedarán en nuestras memorias 

Palmas y mensajes de desesperación haciendo consciente a la gente
Toquémonos el corazón y quedémonos en casa para ayudar a la gente  

A las personas fallecidas a causa de este virus 
Recemos para que no nos ocurra lo mismo a nosotros los vivos


Los policías, civiles y militares que también han estado presentes
Para controlar esta pandemia que sigue matando a nuestra gente

A toda la población el general también os pido un recado:
 sigamos todas las precauciones que ya nos han indicado 

A las personas a las personas que no les importa que le pasa a la gente, 
les pido que sean conscientes de que ya ha habido muchas muertes 

Sobre todo, lo fundamental en esta ocasión
Es que nos lavemos las manos con agua y jabón

Mascarillas y pañuelos debemos llevar 
Para no contagiar este virus mortal  

Y por esta situación nos hagan valorar el día a día que ahora no tenemos, 
la rutina que nos aburría ahora la echamos de menos

Qué raro era ver las calles vacías
Cuando solo podíamos salir al súper y a la farmacia

La gente ahora entiende quienes valen más que el dinero
Sanitarios, camioneros, farmacéuticos y cajeros dejándose la piel y el alma por atenderos   

Pero cuando el virus se vaya y no vuelva, cuando todo lo bueno comienza 
La derecha la izquierda os seguirán tratando como una mierda y me da vergüenza.

He visto aplausos y música en balcones
Cantando resistiré y yo también lloré en malas ocasiones

Este poema va por las víctimas y por sus familiares 
Y también va por esos que siguen sin hogares 
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Sentimientos de Primavera

Por Yamila Medrano (3ºESO)

Otra vez había llegado esa época del año, era primavera y
los cerezos habían vuelto a florecer, las calles volvían a
pintarse de ese tono rosa pastel que invitaba al romance
y a las personas a expresar su amor.
Desgraciadamente para mí ya no significaba más que una
lenta y dolorosa agonía.
Desde que mi corazón está totalmente roto sólo veo que
caen con delicadeza y gracia las flores y sólo puedo ver
trozos de mi destruido corazón reflejados en esas
delicadas flores.
Tal vez sea estúpido e infantil que mi alma siga sufriendo
por tu partida; tal vez no he madurado y tal vez sigo
esperando tu regreso…